6.04.2012

SATURNA "THE KINGDOM OF SPIRIT"


The Kingdom Of Spirit es un homenaje a todo lo grande que nos dio el rock y el hard rock de la década de los 70, facturado con una pasión, respeto y buen gusto para quitarse el sombrero. No esperéis sin embargo un simple copia-pega de influencias, sino más bien la invocación del espíritu de toda una época a cargo de unos músicos con el talento necesario para hacer suyos los resortes de los diferentes libros de estilo que acompañaron el nacimiento del rock pesado. Partiendo de las dos grandes bandas de referencia en cuanto a rock de elevado octanaje se refiere, Black Sabbath y Blue Cheer, Saturna despliegan toda una serie de virtudes que van más allá de la pesadez y la saturación de graves, siendo capaces de pasearse por terrenos como la psicodelia, el proto-heavy y el doom añejo a través de un viaje que sorpresivamente suena lleno de frescura. Y por encima de todo una filosofía que eleva un altar al dios del riff como fuerza motriz de todas las composiciones, como andamiaje de una edificación que sin embargo no se queda simplemente en el golpear robusto y también sabe elevar el vuelo con gracia lisérgica. Sobre la primera virtud, es imposible no sonreír de puro placer al escuchar la cadencia hipnótica de joyas como Seven Magic Spells (mi favorita indiscutible) o Master Of The Secrets Arts (que por momentos me recuerda a los Soundgarden del Badmotorfinger), sabbathicas a más no poder y reminiscentes también de titanes del heavy-doom como Pentagram y Saint Vitus. Saturna saben también insuflar energía y vitalidad a sus composiciones, algo que demuestran en las hard rockeras Mountain Woman Ritual y Morning Star, llenas de travesuras guitarreras con las que te será imposible dejar de mover los pies, así como unos solos preñados del vulcanismo primario y abrasador que tan grande hizo a Hendrix. La psicodelia interviene en The Kingdom Of The Spirit como compañera espiritual más que carnal, supeditada a una idea clara de anteponer el concepto de "canción" sobre todo lo demás, aunque jugando el papel esencial de vestir los 8 cortes del disco con ropajes de evocación onírica, de raíces terrenales pero mirada fija en el cosmos. Tan sólo en la final The Hermes Stone rompe sus cadenas materiales, creando antes de alejarse un corte lleno de preciosa melancolía y dejándonos con la duda de si todo lo que acabamos de vivir ha sido tan sólo un sueño entre surcos de vinilo.

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